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| 20 ABR 2016
Breivik asesinó a 77 personas en ataques en el 2011
Condenan al Estado noruego por trato inhumano a terrorista en prisión
Se obliga al Estado a pagar la parte de las costas del juicio del ultra (unos 35.700 euros), lo que supone una victoria moral para este después de años de quejas y otro intento fallido de denuncia
ESTOCOLMO. La Justicia noruega condenó hoy al Estado por “trato inhumano” en prisión al ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de los atentados de 2011 en este país, aunque considera que no ha violado su derecho a la vida privada.
El tribunal de primera instancia de Oslo consideró “probado por encima de cualquier duda razonable” que se ha violado el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la tortura y el trato inhumano o denigrante, en los casi cinco años en que Breivik ha permanecido encerrado en régimen de aislamiento.
Y aunque considera que la absolución en el otro punto, al que otorga igual importancia, permite afirmar que Breivik no ha ganado el caso, obliga al Estado a pagar la parte de las costas del juicio del ultra (unos 35.700 euros), lo que supone una victoria moral para este después de años de quejas y otro intento fallido de denuncia.
La sentencia reconoce que los requisitos para someter a Breivik a un régimen de aislamiento se cumplen y que las condiciones físicas y materiales de la condena son “buenas”, pero critica su duración, las limitadas posibilidades de queja, la falta de medidas compensatorias y que no se haya tenido en cuenta su salud mental.
La existencia del aislamiento no debe impedir que Breivik, al que solo se le permite contacto en alguna ocasión con el personal de la cárcel, pueda relacionarse con otros presos en régimen de máxima seguridad; ni que las entrevistas con gente externa a la cárcel sean siempre a través de un vidrio de seguridad, señala la sentencia.
Aunque las autoridades penitenciarias han reducido o eliminado medidas criticadas en el fallo como frecuentes cacheos desnudo, uso excesivo de esposas y falta de paseos al aire libre -algunas por recomendación del Defensor del Pueblo-, el tribunal critica la falta de alternativas y de planes concretos para su futuro.
Breivik vive “en una cárcel dentro de la cárcel”, en “un mundo cerrado” entre 22 y 23 horas al día, y su condición de terrorista no justifica que se le exponga “a una carga mayor de la necesaria”.
El ultra noruego no muestra daños visibles por el régimen, aunque las jaquecas y la apatía recogidas en informes internos apuntan a que hay “un peligro mayor” de que minimice sus problemas para mantener su imagen de líder a que finja.
El tribunal coincide con la defensa de Breivik al señalar su fragilidad mental, y aunque fue considerado penalmente responsable de los atentados de 2011, los psiquiatras que lo examinaron entonces le diagnosticaron varios trastornos de la personalidad.
Tanto los informes internos como los testigos han coincidido en destacar su buen comportamiento en prisión, un factor que debe ser “decisivo” al establecer sus condiciones en prisión.
“Para el tribunal no hay correspondencia entre los análisis de riesgo que se han hecho, su buena conducta en la cárcel desde el arresto y el severo régimen al que se le somete”, señala el fallo.
La otra parte de la denuncia, la que afecta al artículo 8 de la convención sobre el respeto a la vida privada, fue rechazada por el tribunal, que cree que el estricto control de las comunicaciones está justificado porque el Estado debe tener “cierto margen discrecional” en su lucha contra el terrorismo o su prevención.
El Estado tiene un “interés fuerte” en controlar su correspondencia con simpatizantes para evitar que sean radicalizados o que se cree una red, y el mismo argumento se puede aplicar a la prohibición de visitas o de contacto telefónico con extremistas de derechas con los que no tenía relación antes de los atentados
El fallo supone un revés para el Estado, cuyos representantes legales insistieron en el juicio celebrado el mes pasado en el penal de Skien (al sur de Oslo) que no existía trato inhumano a Breivik, a quien acusaron de burlarse del tribunal por hacer un saludo nazi el primer día y llamaron “narcisista alterado ideológicamente”.
Marius Emberland, uno de los dos fiscales que defendió al Estado, admitió hoy estar “sorprendido”, pero aplazó cualquier decisión sobre la apelación del fallo a haberlo leído detenidamente, mientras que el abogado de Breivik, Øystein Storrvik, anunció que no recurriría y pidió que cese el aislamiento de su defendido.
Breivik fue condenado a 21 años prorrogables de forma indefinida por hacer estallar en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011 una bomba, que mató a ocho personas.
Justo después se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, donde murieron otras 69 personas
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