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sábado, 11 de febrero de 2017

LOS EMOTICONS ANGELES O DEMONIOS

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Los emoticons: ¿Ángeles o Demonios?



Desde que nuestros ancestros remotos se identificaron a sí mismos en el reflejo del agua o el hielo, su cerebro igualmente desarrolló la habilidad de representar sus rostros y sus expresiones en dibujos y contornos. Expresiones burdas que aún permanecen eternizadas en rocas y cuevas. Rostros de Dioses enojados, que escupen fuego o devoran hombres, rasgos dulces en el rostro de pequeñas figuras de piedra de formas abundantes que aluden a la fecundidad de la mujer y la tierra.
Somos una especie que crea, que refleja y proyecta lo que es y lo que siente; reproduciendo su rostro, sus expresiones y su figura de incontables maneras: Concretas o abstractas... conscientes o inconscientes.
Tanto de nosotros hay en estas representaciones, que en las últimas décadas, los tests proyectivos se cuentan entre los recursos más utilizados para que los psicólogos evaluemos personalidad, emociones ocultas, traumas y otros.
Una sonrisa expresada con una raya torcida hacia la izquierda o la derecha, una ceja más alta que la otra, lunares o pecas, dientes o labios pronunciados. Todo tiene un significado en los dibujos de rostros y figura humana creados por nuestros pacientes.
Las emociones se dibujan; se expresan en formas y figuras.
En la era de la comunicación digital, surgen los emoticons; iconos gestuales que imitan las expresiones faciales y las emociones humanas. Mayormente usados en la comunicación víaWhatsApp, igualmente en mensajes de texto, correos electrónicos, etc.
Una amiga querida, escritora, rechaza visceralmente los emoticons del WhatsApp y ha llegado a expresar que son “figuras sin emociones”.
¡Gran verdad! Los emoticons no tienen emociones. ¡Proyectan las que sienten quien los coloca!
Como cualquier otro recurso gráfico, estos rostros, figuras, gestualidades, flores, corazones, nubes, soles, etc. enriquecen y adornan nuestro lenguaje digital.
De la misma manera que al hablar cara a cara, imitamos ruidos, movemos las manos y el cuerpo, torcemos los ojos y usamos tantos recursos accesorios como nuestra personalidad prefiera; en las comunicaciones a través del WhatsApp ocurre lo mismo. Encontraremos interlocutores digitales más o menos “floridos”. Algunos de largos párrafos, otros de parcos “ok”. Habrá quienes por cada línea escrita colocarán 2 caritas felices, 3 flores y un corazón; otros lo harán eventualmente o cuando la emoción desbordada provocada por lo leído, así le provoque.
Satanizar los emoticons sería equivalente a satanizar el teléfono inteligente que los acoge. Los recursos digitales serán “buenos” o “malos” de acuerdo con la sensatez con que los usemos.
Jamás estas figuras sustituirán la riqueza de las palabras; pero imaginemos un mundo en el que solo haya palabras. Sin gestos, sin sonrisas, sin manos levantadas, sin saltos de alegría, sin ojos de sorpresa, sin lágrimas deslizadas.
Los emoticons son los gestos y las flores de la comunicación digital. En mi caso no sustituyen nada. Añaden sabores, colores y matices a lo que expreso. Que existan... sencillamente ¡me encanta!

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